miércoles, 9 de diciembre de 2009

Policromático


El tibio sol baña el medio día y en el jardín el verde de la hiedra se funde con el azul de un cielo al que unas nubes juguetonas le dan el toque velazqueño. Los pájaros pían sin dejarse ver, todos excepto un mirlo que se posa descarado en la hierba recién replantada para comerse la semilla. Los árboles mueven sus hojas perezosamente bailando con la brisa. El perro de la esquina ladra moviendo la cola a lo lejos. Todo comienza a renacer.


Me echo en la tumbona con el ordenador sobre las rodillas y dejo que un suave balanceo me meza. Mi cuerpo, leve como una pluma se empapa de los colores de la primavera, de sus sonidos. En mi cabeza se mezclan los olores del romero, la hierbabuena, los bollos recién hechos en el horno cercano. Me pierdo en este bosque de sensaciones que puebla todos mis sentidos. Cierro los ojos y me dejo inundar por la paz que me rodea. Ahora es el zumbido de alguna abeja y el murmullo lejano de una feria lo que ocupa mi mente.


Un vaso de refrescante té me hace compañía, el olor de la menta llega a mi nariz incitándome a alargar una mano y beberlo, es un sabor suave, cálido, que se desliza por la garganta, impregna mi boca y cuyo recuerdo perdurará, reaparecerá trayéndome la sensación de bienestar que ahora respiro.


Abro los ojos lentamente, me incorporo perezosa para dejar unas letras en el ordenador. Las teclas bailan ágiles bajo mis dedos. Las hojas de los árboles interpretan para mí una danza sensual, la enredadera compite con ellas para regalarme un verde aún más brillante. Las nubes van y vienen dibujando figuras de algodón allá en lo alto. La brisa me envuelve como un manto invisible. Sonrío, la paz lo inunda todo. Plenitud.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

En la orilla del lado fraces, estaba tumbado sobre el cesped como felino que ronronea sobre la falda de su dueña, pude sentir esa brisa fresca, extranjera pero al mismo tiempo tan mia, los rayos del sol se filtraban a traves de las hojas del haya que me cobijaba, el sonido del agua del arroyo me adormilaba y aunque sabia que no es bueno, soñaba con la espalda mojada, incompleto.

josé javier dijo...

He leído en mi vida muy pocos textos tan acogedores como este. En realidad es el tipo de texto donde de buena gana se quedaría uno a vivir. Felicidades Magda.

Magda dijo...

Gracias José Javier. Seguro que mi texto no encontraría ningún habitante mejor que tú. Todo un lujo que me leas.

Magda dijo...

Anónimo, ¿ese felino no sería por casualidad el gato de Chesire, compañero de Alicia, la del país de las maravillas? Un gato sonriente, de alegres colores, que aparecía y desaparecía a voluntad y tenía algunas de las mejores conversaciones del libro.

El Drac dijo...

Has descrito tan bien el momento que al terminar de leer me he sentido relajado, como si hubiera estado allí. Gracias por evitarme salir a buscar (Dios sabe dónde) ese momento (y si lo encontraré) Un abrazo.

Narci M. Ventanas dijo...

Gracias por compartir ese momento de relax que tanto necesitaria ahora mismo, Magda, leerlo en tus palabras es casi vivirlo, sentirlo, inspirarlo, y la posibilidad de respirar honodo y seguir adelante.

Un abrazo.
Narci

Magda dijo...

Drac, gracias a ti por leerme y me alegro de que el texto te haya dejado un poco de paz.

Narci, seguro que ya has encontrado ese momento de relax para cargar pilas, respirar hondo y seguir adelante.

Un abrazo
Magda