jueves, 11 de octubre de 2012

Llega




Ya está aquí. Ha venido despacio, sin darse importancia, ajeno a las voces que reclamaban su presencia, que le echaban de menos. Ha llegado distraído, sin anunciarse, sin las alharacas a las que tan adeptos son otros compañeros. Él no, prefiere colarse sin llamar, sabe que está de paso, que pronto cogerá sus trastos, sus pinceles y su paleta y marchará a otros lares.

No se puede decir que la fidelidad sea una de sus cualidades. Sí, es cierto que siempre vuelve, que una y otra vez te hará compañía, pero nunca te regalará un amor duradero, ni siquiera sabrás cuánto tiempo permanecerá contigo. Te dejará disfrutar de su dulzura, de su calidez, de su melancolía y cualquier mañana notarás que se ha marchado tal y como llegó, sin avisar.

Su melancolía es alabada por poetas, pintores y sufridores del mal de amores. Y él se deja querer. Le gusta escuchar esas loas casi siempre un poco tristes, esos cantares lánguidos que unos y otras le dedican. Nunca ha tenido envidia a esos otros que van derramando alegría, que se pintan de mil colores y de los que se dice que hacen despertar todos los instintos dormidos, o que abrasan los cuerpos y los corazones.

No, él prefiere el ritmo lento, el cosquilleo de una caricia como una hoja recién caída deslizándose por tu espalda, el crepitar de una chimenea como única banda sonora de una tarde de amor o el crujir de la alfombra roja que forman las hojas caídas de las hayas.

Hoy ha amanecido el día gris, la lluvia juguetona me ha saludado con su monótono borboteo cuando he salido de trabajar y el cielo encapotado se asoma curioso por mi ventana estirándose hasta el sillón en el que una fina manta me arrebuja e intentando saber sobre quien escribo.

Sí, ya está aquí. Ha venido despacio, se ha sentado frente a mí sin quitarse el gabán y me mira en silencio con su media sonrisa diciendo sin palabras que el crepitar del fuego aún tendrá que esperar porque esta tarde él será mi único amante.

Me preparo un té con miel, dejo que Aute me cante a las cuatro y diez desde el Hafa café y me dispongo a dejarme conquistar por él, el esperado, quién sino el otoño que por fin ha llegado.