sábado, 6 de septiembre de 2014

Fundido en negro



Se vistió con esmero, se pasó cuidadosamente los dedos por  el pelo oscuro y se sentó en su sillón favorito, hojeando distraídamente una revista mientras la esperaba.

Ella se le acercó por detrás, silenciosa. Sus dedos pasearon despacio por su espalda, subieron a enredarse en su cabello ensortijado mientras vertía su aliento en su cuello. Él se estremeció, parecía que le faltaba el aire, cerró los ojos y la dejó hacer.

 Acarició su cara, sus labios, deslizó sus manos por su pecho hasta atraparle en un abrazo. Él se volvió hacia ella muy despacio, ofreciéndole los labios entreabiertos que buscaba. Ella le besó lentamente, fundiendo su cuerpo entre sus brazos. Luego un beso más largo, más profundo hasta beber hasta la última gota de su aliento.

Sus ojos no se abrieron. La paz reflejada en su rostro y una leve sonrisa asombraría la mañana siguiente a la asistenta que lo encontró  en el mismo sillón. Fundido en negro.