viernes, 10 de enero de 2014

Viaje



Una vez más partimos hacia ese lugar mágico donde tanto hemos disfrutado. De nuevo toda la familia junta. Miguel Ángel conduce atento a la carretera, Berta a su lado  la vista perdida en el infinito y detrás las niñas conmigo. El coche se desliza por la carretera. María, mi nieta, abre una ventanilla y el olor de los eucaliptos lo impregna todo, sabe cuánto me ha gustado siempre su aroma. A lo lejos el camino parece unirse con el mar.

 Paramos en el alto, en ese aparcamiento del acantilado al que tantas veces nos hemos asomado, primero con mi hija, después observando cómo las nietas cogían olas con sus tablas. Berta y Miguel Ángel también se escondían aquí sus primeros veranos juntos, pensaban que no lo sabíamos, los jóvenes son ingenuos.

 Salimos del coche, el  frío de enero contrasta con el sol brillante. Unos pasos y  el mar se asoma bravo, expectante. Una suave brisa nos acompaña, la serenidad es infinita, sólo se oye el batir de las olas contra las rocas. Miguel Ángel pasa su brazo por los hombros de Berta, ella abre la urna y deja que mis cenizas se esparzan libres mecidas por el viento. Mi mar me acoge con los brazos abiertos. Paz. Eternidad.


lunes, 6 de enero de 2014

Nosotros


 

Siempre he querido que todo fuera así. Me gustaba pensar que nada cambiaría entre nosotros, que a pesar de las dificultades que presentase la vida, de sus reveses, sus contratiempos,  a pesar de sus maltratos y de quitarnos tantas y tantas cosas tú y yo continuaríamos juntos, como el primer día.

 
Y así es, y por eso doy gracias a la vida y me siento feliz. Porque tú sigues estando ahí y me sonríes, y tu sonrisa ilumina la noche y se lleva los nubarrones negros. Como al principio, cuando no importaban las dificultades, porque tú sonreías y  yo me sentía segura. Como cuando la niña casi se nos muere,  y yo no hacía más que llorar viendo su carita pálida, y tú pasabas tu mano grande y callosa por mi cabeza y susurrabas palabras de ánimo mientras me besabas el pelo, y no pasó nada. O el día en que cerraron la fábrica después de tantos años, y yo volví a llorar y tú sonreíste mirándome a los ojos y supe que saldríamos adelante porque estábamos juntos y lo demás no importaba.
 

La vida nunca fue un camino de rosas, cinco hijos no dejaron mucho tiempo para cuidarnos, para mimarnos. Así que ahora aprovecho esos momentos en que te limpio y te doy la comida para contarte que los chicos han llamado, que todos están bien y que los nietos ya dan mucha guerra, por eso prefiero venirme aquí contigo. Te digo como van floreciendo las rosas en el jardín, es que este año la primavera viene temprana. Y  escucho tus respuestas sin oírte, y llevo tu mano hasta mi cara y siento tu caricia. Y veo dibujarse una sonrisa tímida en tus labios y yo también soy feliz.

 
No importa que ellos digan que no sabes de lo que te hablo, yo se que estás pensando en una de tantas y tantas cosas que nos hicieron reír a carcajadas y por eso sonríes. Ellos dicen que esa sonrisa es involuntaria, que no recuerdas nada. Yo les dejo que imaginen lo que quieran, para qué voy a llevarles la contraria. Ellos no te conocen, no saben como yo interpretar cada uno de tus gestos y leer dentro de ti de la forma en que yo lo hago.

 
Bien es verdad que a veces tu mirada se pierde en la lejanía, como buscando el mar con el que tanto soñamos y al final nos quedamos sin poder compartir. Pero bueno, sólo es agua. Lo importante es que estás aquí, estamos juntos, como siempre desde hace tantos años, y he cumplido mi ilusión de envejecer contigo.

miércoles, 1 de enero de 2014

Goma de borrar





Mira amor, no te asustes.
No necesito a nadie jurando amor eterno
ni planes de futuro compartido,
sólo quiero tus dedos
recorriendo mi espalda,
tus labios
cantándome al oído
tan quedo
que no llego a entenderte,
tus manos
dibujando
los montes y los valles
de mi cuerpo.

Quiero esa obscenidad
que me hace sentir hembra.
El fuego
que me convierte en llama.
Tu fuerza
que reaviva mi sangre.
Quiero empezar a hablar
y que me calles con tus besos,
que no me dejes
meter el mundo entre las sábanas,
perderme entre tus brazos y tus piernas
y dedicarme sólo
a ser amada.

Quiero olvidar que hay otra vida fuera
enroscada en tu cuerpo,
cogida a tus caderas
mientras deseo
sentir tu sexo ardiente.
Quiero que me regales
el placer infinito
de abandonarme
a tu boca,
a tus manos,
a tu lengua.

Y me sabes amar
como no lo ha hecho nadie,
sin permitir ninguna interferencia,
ni reproches, ni disputas absurdas,
ni esperanzas baldías.
Sólo dos cuerpos
deseosos de vida y de presente.
Y no temas amor,
sólo eso necesito,
que me hagas el amor
cual goma de borrar
que limpia sinsabores
mas luego
márchate,
abandona mi cama