miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lluvia de otoño



A veces la lluvia te acaricia despacio mientras caminas, entonces es tierna como un bebe dormido en un capazo, como el despertar de una siesta en otoño o retozar en la cama un domingo temprano. Te roza la cara, amable, cantarina mientras ríe divertida cuando quieres apartarla de tu pelo mojado.

La lluvia es un beso en la boca de la Tierra, alimento sagrado que le hará germinar en cada primavera, la música que provoca la orquesta de los árboles, los ríos, los arroyos y despereza el alma dormida de la naturaleza con esa mansedumbre del amante ya antiguo, repetido y amado. Nos cubre con un manto colorido y alegre en cada primavera.

La lluvia es esperanza, el agua que alimenta los mares, la esencia de la vida que nos unge la frente, unión de cielo y tierra, bendiciones que nos calan los huesos sosegadamente, se infiltra en nuestro ser sin que apenas nos demos cuenta rindiéndonos a ella mansamente, como la madre Tierra.

Pero también la lluvia es portadora de melancolías, de nostalgia en el alma y de desasosiegos, tristezas de vidas no vividas, de noches sin amaneceres y del presentimiento de que no habrá mañana o que el amor se esconde en un rincón oscuro.


Y en esta noche negra la lluvia está llamando a los cristales, lloran las gotas que se quieren colar en la quietud de este cuarto prestado, en el desasosiego de un cuerpo deseado, en el gris del amor sin amor. Es el manto de la lluvia de otoño el que cubre el paisaje hasta que se desperece el nuevo amanecer.

domingo, 5 de octubre de 2014

Primer lunes de octubre



Estación de las nieblas y fecundas sazones…
(John Keats)

Mañana será lunes, el primero de octubre y como cada día laborable muy temprano berreará, de nuevo impío mi enemigo perpetuo que intentará sin mucho éxito hacer huir al sueño adherido a mi piel. Un té, una ducha rápida (siempre por este orden) y bajar la escalera de tres saltos mientras me palpo los bolsillos, el bolso, la cartera con el ordenador, los cables, los papeles. Todo está en orden, llaves para cerrar la casa, las otras para abrir los despachos y las clases.

Cruzar la carretera, saludar a tres críos (espabila chaval, que se nos hace tarde), llegar a la gran mole que a estas horas también se despereza, abre la boca ensayando un bostezo que nos abduce a jóvenes y adultos creando un remolino de voces y de risas (profe, ayer perdió el Atleti). Sala de profesores, espejismo de paz donde nos reunimos los durmientes hasta que suena. ¡Maldito timbre que nos deja sordos!

Pasillos, ruido de llaves, puertas que se abren, marabunta que se adentra en las aulas, arrastrar de sillas, ruidos que se van apagando (vaaamos, mochilas fuera de las mesas, libros abiertos y otra vez el Atleti). Los chavales que llenan los pupitres son el presente  cada nuevo curso, pero sus conversaciones nos llegan del pasado, al igual que el tumulto de caras recién despertadas que se apoderan una vez más del lunes, continuo deja-vu. Como la vida.

Pero mañana tiene que ser distinto, primer lunes de octubre y los árboles ya se tiñen de ocres y el otoño será protagonista colgado de las letras de un poema, del canto en la voz de un poeta que escapará del aula, recorrerá pasillos, acallará las voces juveniles unos pocos minutos, el tiempo justo de traspasar la piel sin que ellos se den cuenta. Porque a veces los lunes se convierten en fiesta y los libros se quedan olvidados, los poemas se escapan de las páginas y los versos se cuelgan de una boca entreabierta, de una sonrisa cómplice. Entonces no hay apuntes sino sesenta ojos que te miran, que esperan sin saber bien el qué.


Cuando el poeta calle, el poema aún planeará hasta posarse suavemente en cada adolescente y  la clase, que versaba de acentos y diferencias idiomáticas, será un bullir de comentarios de todo tipo. Los jóvenes artistas tendrán que ponerse a la faena de inventar sus propios versos, de crear su propio otoño para  llenar con ellos las paredes más allá de las aulas. Porque mañana no es un lunes cualquiera.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Fundido en negro



Se vistió con esmero, se pasó cuidadosamente los dedos por  el pelo oscuro y se sentó en su sillón favorito, hojeando distraídamente una revista mientras la esperaba.

Ella se le acercó por detrás, silenciosa. Sus dedos pasearon despacio por su espalda, subieron a enredarse en su cabello ensortijado mientras vertía su aliento en su cuello. Él se estremeció, parecía que le faltaba el aire, cerró los ojos y la dejó hacer.

 Acarició su cara, sus labios, deslizó sus manos por su pecho hasta atraparle en un abrazo. Él se volvió hacia ella muy despacio, ofreciéndole los labios entreabiertos que buscaba. Ella le besó lentamente, fundiendo su cuerpo entre sus brazos. Luego un beso más largo, más profundo hasta beber hasta la última gota de su aliento.

Sus ojos no se abrieron. La paz reflejada en su rostro y una leve sonrisa asombraría la mañana siguiente a la asistenta que lo encontró  en el mismo sillón. Fundido en negro.


sábado, 10 de mayo de 2014

Hoy

 
 
Acaricia mi espalda, pósate sobre mí roza mi piel apenas, arrópame con tu fino manto sólo lo justo para desearte. Hazme oír el rumor que te precede, obsérvame furtivo mientras mi cuerpo se pone alerta cuando presiente  tu llegada. Envuélveme en tu torbellino, revuelve mi pelo hasta hacerlo maraña. Rodéame en una zambra loca, interminable. Camina por mi cuerpo mientras los cascabeles de tus brazos infinitos tintinean marcando el compás de mi falda.
 
Te espero, sí soñándote. Abandonada al capricho de tus cambios de rumbo, deseando sentir el roce de tus labios invisibles que me llenan de nuevas sensaciones en la tarde callada. Todo a mi alrededor puro desorden mas sólo existes tú, mitigando el calor que quema cuerpo y alma. Y me dejo mecer mientras desvistes lo que queda de tarde a la vez que mi cuerpo perezoso, mientras alejas nubes y renacen deseos.  Y me quedo prendida de tus manos, a orillas de la nada, poseyendo extraños espejismos, poseída por ti amante clandestino a la intemperie de esta tarde baldía y ocupada.
 
 
 Y me quedo observando, observándote amante infiel que asciendes con los pájaros para alcanzar sus nidos y dormir. Te calmas, viento y el silencio vuelve a mi jardín, recojo los papeles que has tirado en tu vuelo. Regreso a mis exámenes, mis notas, el calor de nuevo me acompaña.

miércoles, 16 de abril de 2014

Obsesión




Sueño con verte

Y susurrando al alba me dejan las estrellas
mientras todos duermen.
Él ahí, tirado encima de la cama tras el balcón abierto
los que en un rato saldrán camino a la oficina
la mujer satisfecha tras hacer el amor
y un gato callejero.

Al otro lado de la calle
un perro pasea al hombre adormilado,
el viejo va ligero camino del trabajo
a encerrarse una mañana más entre cuatro paredes
como tú, en la oficina
mientras yo hago un nudo a  las sábanas
bendito duermevela.

El sol se cuela por las persianas mal cerradas
y una vez más me saca de mis ensoñaciones.
La vida se derrama por el agua caliente,
se enrosca, se enroca envolviéndome en ella,
mis sentidos alerta de repente
te traen con nitidez a mi cuarto vacío
todos los poros de mi piel te añoran.

 La brisa se cuela juguetona
baila la danza de los siete velos,
quiere probar el desayuno
ríe al recordar los cuerpos, jóvenes o viejos
que visitó esta noche.
Me pesan mis zapatos, ella me arrastra sin piedad
y yo sigo en mis trece camino de la escuela.

La mañana está muda
Un sol cada vez más radiante expulsa a las estrellas.
La ciudad poco a poco comienza a despertarse,
se levanta el amante y ella se hace la dormida
rezonga el niño antes de saltar de la cama
la maquinaria se ha puesto en movimiento
y yo me quedo en tierra, rezagada en la noche

Estúpida obsesión, sólo sueño con verte.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



miércoles, 26 de febrero de 2014

Así ...


 
 
Así la tela de colores que cubriría mi cuerpo se desliza lentamente como sierpe, y así yo me veo de regreso…

como una sirena ante ese dios que aún no despierto del todo me mira, y le ofrezco mi cuerpo, mis hombros desnudos, mis senos. Despacio, majestuosamente me acerco de nuevo hacia la cama, me quedo allí, de pie hasta que extiendes tus brazos llamándome en silencio. Me dirijo hacia ti, me envuelves en tu abrazo. El mar se deja oír, no sé si fuera o simplemente eres tú, naufrago de deseo, y yo la ola en la que te sumerges.  Y te acaricio, cubro tu cuerpo voluptuoso con las algas de mi pelo, los peces de mis dedos vuelan resbalando en ti.

Y tú, buceando bajo el oleaje de mi cuerpo pleno de sensaciones me besas bebiéndote la sal que te ofrecen mis besos, buscando tierra firme en mis caderas para volver a hundirte entre el mar que tus manos adivinan. Y quieres cabalgar al ritmo de mis olas, y te arrastro a las profundidades  que se esconden más allá de mi cintura. Y susurras canciones marineras que siembran de salitre las cuevas de mi cuerpo. Y buceas hasta lo más profundo de mis simas que se abren para ti, para el dios de mi mar que, convertido en espuma, bebe el dulce agua de la vida del pozo de mi cuerpo.
Felicidades


viernes, 10 de enero de 2014

Viaje



Una vez más partimos hacia ese lugar mágico donde tanto hemos disfrutado. De nuevo toda la familia junta. Miguel Ángel conduce atento a la carretera, Berta a su lado  la vista perdida en el infinito y detrás las niñas conmigo. El coche se desliza por la carretera. María, mi nieta, abre una ventanilla y el olor de los eucaliptos lo impregna todo, sabe cuánto me ha gustado siempre su aroma. A lo lejos el camino parece unirse con el mar.

 Paramos en el alto, en ese aparcamiento del acantilado al que tantas veces nos hemos asomado, primero con mi hija, después observando cómo las nietas cogían olas con sus tablas. Berta y Miguel Ángel también se escondían aquí sus primeros veranos juntos, pensaban que no lo sabíamos, los jóvenes son ingenuos.

 Salimos del coche, el  frío de enero contrasta con el sol brillante. Unos pasos y  el mar se asoma bravo, expectante. Una suave brisa nos acompaña, la serenidad es infinita, sólo se oye el batir de las olas contra las rocas. Miguel Ángel pasa su brazo por los hombros de Berta, ella abre la urna y deja que mis cenizas se esparzan libres mecidas por el viento. Mi mar me acoge con los brazos abiertos. Paz. Eternidad.


lunes, 6 de enero de 2014

Nosotros


 

Siempre he querido que todo fuera así. Me gustaba pensar que nada cambiaría entre nosotros, que a pesar de las dificultades que presentase la vida, de sus reveses, sus contratiempos,  a pesar de sus maltratos y de quitarnos tantas y tantas cosas tú y yo continuaríamos juntos, como el primer día.

 
Y así es, y por eso doy gracias a la vida y me siento feliz. Porque tú sigues estando ahí y me sonríes, y tu sonrisa ilumina la noche y se lleva los nubarrones negros. Como al principio, cuando no importaban las dificultades, porque tú sonreías y  yo me sentía segura. Como cuando la niña casi se nos muere,  y yo no hacía más que llorar viendo su carita pálida, y tú pasabas tu mano grande y callosa por mi cabeza y susurrabas palabras de ánimo mientras me besabas el pelo, y no pasó nada. O el día en que cerraron la fábrica después de tantos años, y yo volví a llorar y tú sonreíste mirándome a los ojos y supe que saldríamos adelante porque estábamos juntos y lo demás no importaba.
 

La vida nunca fue un camino de rosas, cinco hijos no dejaron mucho tiempo para cuidarnos, para mimarnos. Así que ahora aprovecho esos momentos en que te limpio y te doy la comida para contarte que los chicos han llamado, que todos están bien y que los nietos ya dan mucha guerra, por eso prefiero venirme aquí contigo. Te digo como van floreciendo las rosas en el jardín, es que este año la primavera viene temprana. Y  escucho tus respuestas sin oírte, y llevo tu mano hasta mi cara y siento tu caricia. Y veo dibujarse una sonrisa tímida en tus labios y yo también soy feliz.

 
No importa que ellos digan que no sabes de lo que te hablo, yo se que estás pensando en una de tantas y tantas cosas que nos hicieron reír a carcajadas y por eso sonríes. Ellos dicen que esa sonrisa es involuntaria, que no recuerdas nada. Yo les dejo que imaginen lo que quieran, para qué voy a llevarles la contraria. Ellos no te conocen, no saben como yo interpretar cada uno de tus gestos y leer dentro de ti de la forma en que yo lo hago.

 
Bien es verdad que a veces tu mirada se pierde en la lejanía, como buscando el mar con el que tanto soñamos y al final nos quedamos sin poder compartir. Pero bueno, sólo es agua. Lo importante es que estás aquí, estamos juntos, como siempre desde hace tantos años, y he cumplido mi ilusión de envejecer contigo.

miércoles, 1 de enero de 2014

Goma de borrar





Mira amor, no te asustes.
No necesito a nadie jurando amor eterno
ni planes de futuro compartido,
sólo quiero tus dedos
recorriendo mi espalda,
tus labios
cantándome al oído
tan quedo
que no llego a entenderte,
tus manos
dibujando
los montes y los valles
de mi cuerpo.

Quiero esa obscenidad
que me hace sentir hembra.
El fuego
que me convierte en llama.
Tu fuerza
que reaviva mi sangre.
Quiero empezar a hablar
y que me calles con tus besos,
que no me dejes
meter el mundo entre las sábanas,
perderme entre tus brazos y tus piernas
y dedicarme sólo
a ser amada.

Quiero olvidar que hay otra vida fuera
enroscada en tu cuerpo,
cogida a tus caderas
mientras deseo
sentir tu sexo ardiente.
Quiero que me regales
el placer infinito
de abandonarme
a tu boca,
a tus manos,
a tu lengua.

Y me sabes amar
como no lo ha hecho nadie,
sin permitir ninguna interferencia,
ni reproches, ni disputas absurdas,
ni esperanzas baldías.
Sólo dos cuerpos
deseosos de vida y de presente.
Y no temas amor,
sólo eso necesito,
que me hagas el amor
cual goma de borrar
que limpia sinsabores
mas luego
márchate,
abandona mi cama