Palabras, ¿qué son las palabras?
Pequeños seres inanimados que cobran vida según van escapando en forma de
reguero azul, o cuando aparecen como pequeñas perdigonadas cada vez que las
teclas del ordenador reciben el impulso de nuestros dedos. Son letras que vamos juntando para dar forma a
sonidos conocidos, inteligibles con los que expresar nuestras ideas,
sentimientos, sensaciones.
Pero realmente, ¿necesitan hacerse visibles para cobrar vida, o somos nosotros quienes las necesitamos para vivir? Porque si nos paramos a pensar por un instante la palabra ya habita en nuestra mente; nuestros pensamientos sólo existen a través de las palabras, sin ellas no hay nada puesto que lo que no se puede expresar es como si no estuviera.
Una palabra es la máxima expresión
de ternura cuando se trata de la primera
que oye una madre en boca de su hijo; vida
la que sale de una boca amante; alegría
cuando es ésa que estás deseando oír; tristeza el adiós no buscado; desolación la que nunca hubieses querido escuchar.
Palabras, ¿qué son al fin las
palabras? Las dueñas y las hacedoras del mundo, las que dan y quitan paz, las
que traen esperanza y desasosiegan. La palabra es el mayor regalo que tenemos, un
gran poder en nuestras manos del que somos responsables y que debemos cuidar.
Cuántas veces hablamos sin pensar lo que decimos, sin dar importancia a lo que
sale de nuestra boca y que quizás para nosotros no la tiene, pero cuidado
porque siempre habrá alguien escuchándolas, leyéndolas y lo que es peor (o
mejor, vete a saber) interpretándolas.