lunes, 14 de febrero de 2011

A quien le interese



Regalo por no poder atender:

- Promesas viejas que se llevó el viento (“te querré mientras viva”, “nunca te dejaré)

- Un recital repleto de palabras huecas (“Decimos y hablamos y prometemos y anunciamos. Emitimos lexemas, amontonamos verbos, confrontamos la verdad con la mentira, la mentira con la suposición, la realidad con lo posible, el pasado con el presente. Analizamos el porvenir por la izquierda, con la derecha. Distorsionamos los contenidos del enemigo, descuartizamos sus afirmaciones. Prometemos un cambio, para mejor, para bien, para nunca más volver a tropezar ni con los mismos errores ni por las mismas causas.” (Aurelio González Ovies))

- Una frase completa sólo con dos palabras (“te quiero”, “mi hijo”, “ya llega” “te espero”)

- Una soledad plena de compañía (tú en mi pensamiento)

- La multitud donde me siento solo (cena de navidad, comida con la empresa, reunión de viejos alumnos)

- El nacimiento de un niño en Liberia.

- El ocaso, eso sí de los dioses.

-Los poemas que escribo algunos días

4 comentarios:

mariarosa dijo...

Bella reflexión. A veces la soledad no es tanta, es que no estamos a gusto con quien estamos.

Un beso.

mariarosa

Blao dijo...

A veces pienso que las palabras no son ni buenas ni malas, sino nuestra escucha la que no funciona. Las palabras hacen lo que saben, el resto, los hechos, es cosa nuestra.

Magda dijo...

Mariarosa, la soledad puede ser la mejor de las amigas, si es buscada.
Un abrazo.

Magda dijo...

Juan, yo creo que las palabras pueden ser el mejor de los regalos o la peor de las armas. Ello depende tanto de quién las lance como del ánimo de quien las reciba.