jueves, 8 de julio de 2010

Un viaje (haibu)



Un largo viaje
El viento me acompaña
Verdes los prados

Cuál es realmente la esencia de mi viaje, de este vagar por los caminos sin un destino cierto. No me importa dónde llegar, sólo quiero disfrutar del sol de la mañana bañando mi cara, de los guijarros que graban cada paso en mis pies, de las amplias llanuras que me permiten soñar en lo que hay más allá del horizonte.

Lluvia en la cara
Agua que purifica
Trae compañía

Con el transcurrir de los días me parece inventar nuevos itinerarios a través de la senda mil veces transitada. La soledad, fiel compañera de mis primeros días va alejándose lentamente, como si intentase que no me diera cuenta de su partida. Mi cuerpo se habitúa a la dureza de los kilómetros recorridos, y mi alma se abre al encuentro con nuevos caminantes.

Ser solitario
El fuego en la posada
Renacimiento

Y después las posadas, como la venta en la que esta noche disfruto de una comida ligera, al abrigo de un fuego compartido con otros peregrinos que, como yo, buscan el sentido de la vida en este viaje iniciático sin saber dónde nos llevará. Contando historias que de tan reales parecerían fantásticas a viajeros menos experimentados en el difícil arte del vivir.

Nueva morada
Descanso del viajero
Fin y principio

Ya veo el final. No hay ninguna señalización que lo indique, es el corazón quien lo marca. Siento que ya he llegado a mi destino, mi morral está lleno de experiencia, de sensaciones engendradas en noches estrelladas y días grises. Ya no recuerdo cual fue mi punto de partida, sólo sé que aquí me quedaré, comenzaré a construir mi casa, mi refugio en éste el lugar elegido para descansar hasta que el viento vuelva a soplar del norte y me invite retomar el camino sin importarme hacia dónde me dirijo.

1 comentario:

josé javier dijo...

El más confortable de todos los refugios: el viaje.