“Este verano no va a ser como los demás”. Dana repite una y otra vez esta frase mientras pasea su oronda barriga arriba y abajo de la casa. Todos piensan que el comentario es porque la mujer está preñada y su hijo nacerá durante el verano. Pero Dana sabe que ese verano será radicalmente distinto, lo puede ver en el viento que viene cargado de fuego y sin embargo han vuelto a florecer los cerezos
formando un mar de nieve impensable para esta época del año, o en las nubes de libélulas de mil colores que se congregan revoloteando a su paso; las lagartijas no huyen al acercarse ella sino que la rodean cuando se sienta apoyando su cansada espalda en el muro de piedra, incluso si las deja se pasean perezosas por su tripa o le acarician las manos y en los últimos días se ha visto un extraño gato pintado con los colores del arco iris que dormita plácidamente en su regazo, pero bufando amenazador ante cualquier extraño.
Realmente el verano no fue como los demás. Mientras en el pueblo los campesinos proseguían con sus tareas, de Dana nació una hermosa niña a quien su madre llamó Marcia y que desde su nacimiento fue conocida por Marcia la Pelirroja pues llegó al mundo con una larga cabellera rizada y roja como las llamas, nunca antes vista en un recién nacido. Se decía que la niña era fruto de una gran pasión más allá de lo humano, engendrada en medio de una terrible tormenta que duró todo un día y toda una noche.
La llegada de la niña fue anunciada por un terrible trueno que acompañó al primer llanto de la criatura, y cuentan las comadres que el gato se convirtió delante de sus ojos en un gran tigre que guardaba la puerta de la recién nacida.
Dana lloraba lágrimas de alegría que se convertían en blancos pétalos al tocar sus pechos a los que Marcia se aferraba como si de ellos manase la vida. Madre e hija serán desde ese momento inseparables, invencibles. La pureza y el fuego representados en Marcia se unirá a la fuerza y la templanza de su madre, y ambas,quizás protegidas por una fuerza sobrehumana llenarán de semillas aquella tierra, inmensamente rica desde entonces, en la que aún hoy moran en perfecta armonía animales y hombres, convirtiéndola en lo que algunos llaman la Tierra Prometida.