Otro día más amanece la lluvia llorando en los cristales, y el gris es el color que cubre la mañana. Las casas que despiertan, los coches que encienden perezosos sus motores, el perro de la esquina que ni siquiera ladra, hasta los hombres se han convertido en ceniza gris.
Abandono la cama torpemente, mi cuerpo es una gran mole granítica que no obedece a mi cabeza, de hecho ni siquiera sé si tengo cabeza. Apenas puedo empujar las teclas del ordenador, las palabras salen densas, como una espesa niebla que llena la habitación.
El café ha perdido su olor, sólo huele a humedad. Deja el regusto amargo del desencanto en mi garganta, pero éste también desaparece como tragado por la nada. No me quema, ni su recuerdo permanece en mi boca. Sólo el insípido sabor del vacío.
Quiero salir al trabajo pero mi camino se ha borrado, tengo miedo, me encierro, oigo la lluvia aporreando la ventana, persistente, monótona. Orada los cristales sin prisa, abriendo un resquicio por donde inundarlo todo. Lloro. Un viento helado se cuela en la habitación, en mi cuerpo, en mi mente, en mi alma. Me seca las lágrimas. Todo es ceniza. Gris. Nada.
11 comentarios:
Comparto tu experiencia de forma entusiasta, si es que se puede ssentir entusiasmo al compartir algo tan duro. En todo caso, saber que no eres el único que mira la lluvia a través de los cristales y siente que el sabor del mundo se ha desleído en agua gris, resulta reconfortante.
Mi cielo hoy es blanco, fuera huele a frío, y ese olor se filtra no sé por dónde, pero no hay lluvia, sólo un cielo blanco cubriendo árboles que van desde el verde intenso a la semidesnudez amarilla o anaranjada. Todo parece incitar a la melancolía, y suspiro por unas gotas de vuestra lluvia gris llamando con insitencia en mis cristales.
Precioso texto, Magda. Es increíble como logras fusionarte con el entorno y hacerte él o hacerlo tuyo, aun cuando duela de pura melancolía yerta.
Un beso
José Javier, a veces no sólo llueve al otro lado de los cristales, ni la lluvia siempre es igual. Creo que existe esa lluvia tibia que oxigena y purifica, y esta otra que cala hasta más allá de los huesos inyectándonos ese gris que todo lo mata.
Gracias Narci. ¿Aún no ha llegado la lluvia hasta tus cristales?.
Un abrazo grande
Magda
Pues sí, Magda, por fin han llegado y ha sido todo un placer, como el ángel que viene a redimirme y rescatarme de todos los vientos secos y lunas muertas.
Besos
Hola Magda, en mi blog http://petalosdealma.blogspot.com/
tienes un regalito para que te de suerte en el sorteo del 22. Si quieres, puedes pasar a recogerlo.
Besos
Bueno, pero por aquí la lluvia dura poco. De momento en Madrid luce un sol que mata.
Para mí lo mejor para la depresión es un baño con agua bien fría, siempre lo hago todas las mañanas y salgo a trabajar ¡¡no sabes cómo!!
Uff, Drac no comparto eso de los baños con agua fría. Donde esté una buena ducha con el agua ardiendo.
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